Bloodless – Review

Desarrollado por el estudio brasilero Point N’ Ship y publicado por 3D Realms, Bloodless llegó a nuestras manos en PC vía Steam el pasado 29 de agosto, tras cinco años de desarrollo y un año después de haber sido galardonado como mejor juego brasileño en el Big Festival, uno de los eventos de videojuegos más importantes de latinoamérica.

Cuando nos referimos al setting de samurais probablemente lo primero que se nos viene a la cabeza son juegos de acción, hack and slash donde cortamos y ejecutamos de las formas más sangrientas a cualquier ser vivo que se nos cruce. Pero Bloodless es distinto, y de ahí viene su nombre: no estamos acá para matar a nadie, sino que tomaremos un enfoque pacífico basado en el combate no letal donde la prioridad es desarmar a nuestros enemigos sin dejar sangre derramada.

Bloodless nos pone en la piel de Tomoe, una vieja ronin que decide volver a su tierra natal Bakugawa para arreglar algunos asuntos pendientes de su pasado que involucran a sus antiguos familiares, maestros y un pueblo entero que la percibe como una gran traidora. Bakugawa se encuentra bajo el régimen autoritario del Shogun Akechi, orden tiránico que fue consolidado bajo un terrible baño de sangre muchísimos años atrás. Pero Tomoe está decidida a cambiar el rumbo de su pueblo, y hacerlo de la forma más pacífica posible.

Si bien el comienzo de la historia presenta algún que otro tinte de comedia, con diálogos y expresiones de los personajes un tanto simpáticos, a medida que avanza la trama ésta se pone un poco más seria, o mejor dicho “real”. Un ejemplo de esto lo vemos en la primera hora de juego donde, luego de desarmar a uno de los enemigos varias veces, aparece uno de los personajes antagónicos para ejecutarlo y es una de las pocas veces que vemos a alguien morir de verdad durante el juego.

La forma en la que casi todos los NPCs tienen un nombre propio y se les da una escueta personificación más allá de ser simplemente enemigos es extraordinaria, y algo que al principio de la aventura está muy bien llevado, a tal punto de que una sola muerte de alguien totalmente random impacta de otra forma. Lamentablemente es un concepto que no se utiliza mucho y tampoco se mantiene en el late game, pero que hubiera sido interesante.

Como ya mencioné anteriormente, el combate de Bloodless se centra en la no-letalidad, donde no buscamos hacer daño a nuestros enemigos sino que desarmarlos a base de parrys y esquives. Dicho por los mismos desarrolladores, un concepto que se acerca muchísimo a lo que es Sekiro pero sin portar una espada y sin ser sangrientos.

Cada uno de los enemigos que nos crucemos tiene ciertos patrones que tenemos que recordar, y luego de observar un indicador visual tendremos que rematarlos con uno o varios dashes para así desarmarlos. A medida que vayamos avanzando en la trama, estos patrones se vuelven más complejos, las ventanas de oportunidad se hacen más chicas o más difíciles de reconocer, y las veces que tenemos que embestir al enemigo son mayores.

Más allá de sus similitudes con el reconocido juego de From Software, acá nos encontramos con un combate no tan punishing y ciertamente mucho menos frustrante. La curva de dificultad está bastante bien equilibrada en ese sentido, aunque para ser honestos no es que los enemigos se van haciendo mucho más complejos, sino que el desafío va por el lado de la cantidad de adversarios que tendremos que enfrentar a la vez. Esto puede llevar a cierta monotonía, ya que nos vamos a encontrar con los mismos 4 o 5 tipos de enemigos con un simple recolor, y con uno o dos ataques más que su iteración anterior.

Con respecto a los bosses pasa algo similar. Digamos que son las versiones “definitivas” de cada uno de los enemigos comunes que nos encontramos. Como la dificultad viene del lado de los números y no de la variedad, estos encuentros no suelen ser un gran desafío una vez que aprendemos sus patrones de ataque.

Los parrys no son la única forma de encarar el combate de Bloodless. Tomoe tiene la capacidad de dar golpes de Ki que irán desgastando a los enemigos al punto de desarmarlos. Además cuenta con un arsenal de habilidades activas y pasivas desbloqueables en forma de skill tree y talismanes equipables que dan aún más versatilidad a la hora de combatir. Aún así, se sienten poco explorados y muy cliché, siendo la mayoría de estos poco originales.

Por último tenemos nuestros frascos o “calabazas” de té que llenaremos con distintos ingredientes para obtener diferentes resultados en los puntos de guardado. El más común y el que más usé durante toda la aventura fue el matcha, que restaura puntos de vida. Pero hay varios otros con efectos igual de útiles, como la stamina infinita o mayor fuerza de ataque durante un tiempo determinado. Algo muy simple pero que le da al jugador la posibilidad de encarar los combates cómo lo deseen.

Uno de los puntos flojos de Bloodless son los escenarios. Más allá del increíble apartado artístico que tiene y del cual voy a hablar más adelante, las distintas zonas de Bakugawa se parecen muchas entre sí. A esto se le suma el mapa en sí, el cual está presentado de manera muy poco clara y sumamente ambigua en un intento de hacer algo original. No sólo no sabremos exactamente en qué lugar del mapa nos encontramos, sino que en algunos casos tampoco está claro por donde podemos pasar de un sector a otro.

Además el diseño de niveles es un tanto básico. Es cierto que el fuerte de Bloodless es la acción de los combates y todo lo demás pasa a un segundo plano, pero los escenarios pueden llegar a ser bastante básicos a tal punto de ser simples pasillos con enemigos y ya. Cada tanto nos encontramos con algún obstáculo que tendremos que superar utilizando habilidades desbloqueables a lo largo de la trama, pero ocurre muy poco.

Así mismo, el aspecto más sólido del juego es el apartado visual, como mencioné anteriormente, y es muy probable de que Bloodless te entre más por los ojos que otra cosa. El estilo pixel art está increíblemente logrado, con una escasa paleta de colores que logran representar a la perfección el japón feudal en el que nos encontramos. Cada personaje se destaca con un color en particular, lo que les da una personalidad única a cada uno de ellos. Ni hablar de las animaciones, tanto de los personajes como del ambiente, siendo estas sorprendentemente fluidas e hipnotizantes de ver. Todo esto es acompañado por un apartado sonoro un tanto simplón, pero esto no es algo particularmente malo.

Por último, no quiero dejar pasar el tema del precio. Bloodless salió al mercado con un precio de $5.99 dólares en Steam región LATAM, prácticamente la mitad de lo que cuesta en otras regiones. Más allá de que Point N’ Ship es un estudio ubicado en Brasil, siempre está bueno destacar cuando un publisher (en este caso 3D Realms) le da bola a la política de precios regionales. Y puedo decir que Bloodless es casi un regalo a ese precio, algo que pesa bastante a la hora de recomendarlo.

En conclusión, más allá de sus semejanzas con Sekiro, Bloodless ofrece una experiencia divertida, simple, menos frustrante y bastante más accesible. Sin embargo, pasadas las primeras horas, el juego cae lentamente en la monotonía hacia el final, con falta de variedad de enemigos y escenarios básicos en su diseño. El estilo artístico es de lo más lindo que he visto en un juego indie en estos últimos meses, y diría que es un título indispensable para aquellos que le dan mucha bola a este tipo de aspectos. Más allá de sus puntos débiles, la realidad es que es una experiencia que vale totalmente la pena y más aún teniendo en cuenta su precio accesible.

Este análisis de Bloodless fue realizado con una copia de prensa proporcionada por 3D Realms/Point N’ Sheep.