Tras el éxito de Black Ops 4, el excelente Modern Warfare del año pasado – respaldado por el éxito del battle royale gratuito Warzone -, y el contexto de un mundo en pandemia, casi desde su comienzo, la nueva entrega de Call of Duty para 2020 acarreaba sobre sus hombros una presión poco usual para la franquicia, y ver en su pantalla inicial que tuvieron que colaborar entre cinco estudios distintos para poder construirlo, definitivamente no es una buena señal. Luego de los intentos con Ghosts, Advanced Warfare, Infinite Warfare y vaya a saber cuál otro, Activision puso en marcha una nueva moda de rebrandear, relanzar y reconstruir a sus franquicias más populares de forma que sea hasta difícil de entender – sin un cuadro sinóptico a mano – cuáles son los juegos nuevos y cuáles los viejos, y mientras que la idea de ¨soft reboot precuela [sin relación directa pero con casi los mismos personajes]¨ de Modern Warfare les salió fenomenal, el plan de meter un nuevo Black Ops en medio de una línea argumental ya de por sí caótica, no salió del todo bien. Haciendo honor al paquete clásico de la franquicia, Call of Duty: Black Ops Cold War (¡vaya título!) incluye todos los apartados tradicionales de campaña, multiplayer y zombies, con el agregado de un acceso directo para lanzar Warzone desde su propio menú (porque parece muy difícil lanzar Warzone directamente desde el cliente de Blizzard), lo que nos obliga a analizar cada parte por separado. La campaña nos ubica exactamente entre los eventos de los dos primeros Black Ops, acompañando a los personajes que intentaron replicar el éxito del Capitán Price y su Task Force 141 pero sin lograrlo: Mason, Hudson, Woods, y un tal Russell Adler, quienes persiguen a un escurridizo enemigo que planea atentar contra toda Europa para inculpar a las fuerzas armadas americanas y comenzar una nueva guerra. Los eventos se desarrollan en pocas semanas en el año 1981, pero la persecución se remonta hasta los años de la Guerra de Vietnam, pretendiendo replicar el ida y vuelta del primer juego de la serie para contextualizar los eventos del presente. Por ese lado, Cold War tiene algo de mérito tanto por la variabilidad de las épocas y los escenarios, como por las libertades que se toma a la hora de refrescar la fórmula de las campañas que sostienen a la franquicia. Tratando de dejar de lado tanto tiroteo sin respiro, este título incorpora algunas buenas ideas como la de desbloquear misiones secundarias juntando pruebas a través de las misiones principales, que luego nos servirán para resolver acertijos que nos abrirán la puerta a un evento, o nos darán una ventaja sustancial sobre la resolución de algún caso. Algunas misiones nos llevarán a rastrillar diferentes sectores de un mapa para encontrar y asesinar a un prófugo, otras nos llevan a una situación de agente encubierto en donde no se prioriza la acción sino la inteligencia para llevar a cabo los pasos para infiltrarnos, y otras suelen hacer una mezcla de esas cosas para aportar una ambientación única. También, como no podía ser de otra manera, aparecen algunas secciones de sigilosos francotiradores, lo cual es parte fundamental de esta franquicia, y también están bien ejecutadas. Cold War definitivamente tiene unos momentos brillantes, con situaciones realmente llamativas y con un diseño excepcional en gran parte de sus mapas, pero nada de toda su genialidad le alcanza para acomodarse en ningún momento, y es en la narrativa cansina y poco interesante donde la campaña termina por ser una de las más aburridas de toda la franquicia, con personajes poco relevantes, unos plot twists que se veían venir desde que pusimos a bajar el juego, y una muy acotada extensión general, aún menor que la de otras entregas. Y todo esto se acentúa por el potencial que amagan las mecánicas agregadas. Hubiera sido genial tener un Call of Duty más abierto, más complejo, con más hincapié en recolectar información y planificar las misiones, pero la intervención fue tan tímida que no vale la pena ni intentarlo. Además, como venimos advirtiendo, para esta entrega es un gran contrapeso venir de Modern Warfare, un título cuya producción superó todas las expectativas, y tanto la trama como la potencia de cada uno de sus personajes sentó un nuevo estándar para los first person shooters bélicos que vendrán. Lamentablemente, el apartado multiplayer corre con la misma suerte que la campaña, debido a su enorme timidez, y probablemente, a un apuro de lanzamiento -exacerbado por la pandemia- que no les permitió expandir la oferta demasiado. Se podría decir que Cold War continúa con la línea conceptual de Black Ops 4, heredando el tradicional sistema de puntos para construir clases, y ajustando el nivel de accesibilidad a la hora de obtener los Killstreaks en el campo de batalla. Como en Blops4, esta entrega no solo permite ajustar las armas primarias y secundarias, las granadas tácticas y letales, y los perks, sino que también hay un punto que se puede explotar con el uso de cartas comodín, que modifican la estructura de la configuración de los loadouts de acuerdo a lo que necesite el jugador. Dobles granadas, dobles armas primarias, más perks, cada modificador pretende que el jugador expanda sus mejores recursos para convertirse en un combatiente más especializado en lo que sabe hacer, y esto logra un balance bastante interesante dentro de lo que siempre propone la franquicia. Lo mismo sucede con los Killstreaks, que en vez de cargarse mediante kills, directamente se han pasado a la modalidad de puntos, que en entregas anteriores era un sistema opcional. Ahora cada kill, cada conquista, cada asistencia, cada ayuda de campo suma puntos para avanzar en la activación de un Killstreak, y estos puntajes suman de forma independiente en cada uno de sus niveles. Entonces, si llegamos a sumar para el primer nivel, que suele ser el del Spy Plane como estándar, al ejecutarlo no reiniciamos el contador de todo, sino solo del primer nivel, mientras que los otros dos niveles siguen acumulando para desbloquearse. En definitiva, esta es una buena implementación para buscar el balance constante de las partidas, y agregar una capa de satisfacción para los jugadores que les cuesta más llegar a determinada cantidad de kills consecutivas para poder hacer uso de esas habilidades especiales, lo cual es un paso importante para esta entrega. El mayor problema del multiplayer es que se siente estancado en una idea de hace varios años y no hay siquiera un cambio de ritmo que le dé una personalidad propia. Todo lo que habiamos visto avanzar en Modern Warfare, particularmente en la forma en nos movemos y se mueven los enemigos, Cold War lo tira para atrás, volviendo a ofrecernos un gameplay vertiginoso a una velocidad injustificada, y enemigos que parecen ir sobre patines. Sumándose también a otro de los síntomas que prueban que esta entrega ha salido apurada: su extrema falta de contenido. Cold War cuenta con tan solo 8 mapas tradicionales y dos para las modalidades Fireteam, y si bien presentan formatos muy alineados a la filosofía de la franquicia, no todos están disponibles en todas las modalidades, por lo que se reduce la cantidad para quienes solo gusten de jugar un modo específico de competencia. Agregando sal a la herida, en varios de estos mapas hay tremendos problemas con los puntos de respawn, por lo que es difícil participar de un free-for-all en Crossroads o Garrison sin pasarla realmente mal, por ejemplo. El paquete se completa con la presencia de un nuevo modo zombies ubicado en el contexto de la Alemania dividida de la Guerra Fria, donde un grupo de agentes secretos descubre unas antiguas instalaciones selladas durante la Segunda Guerra Mundial que -como si fuera casualidad- se abren para desatar un nuevo apocalipsis zombie. Esta tradicional modalidad incluye un mapa nuevo, basado ligeramente en el mapa Crossroads, en el que se esconde un bunker subterráneo donde los jugadores podrán desbloquear diferentes etapas que los va transportando en el tiempo a medida que avanzan. Este nuevo diferencial es lo suficientemente interesante como para que los fanáticos del modo zombie tengan algo nuevo para explorar, pero no hace demasiado para llamar la atención de nuevos jugadores. También se incluye una nueva versión del modo top-down shoot em up llamado Dead Ops Arcade, que para esta entrega lleva el subtítulo de Rise of the Mamaback, pero realmente no se justifica demasiado análisis al respecto, habiendo tantos otros buenos títulos del género que se pueden aprovechar. Además de todo lo ya mencionado, el otro elefante en la habitación es el nivel técnico de Black Ops Cold War, que definitivamente deja mucho que desear, sobre todo al considerarse como el primer Call of Duty de la nueva generación de consolas. Como venimos anticipando, Cold War no solo atrasa en cuanto a la propuesta, sino también en cuanto a la tecnología implementada en el motor gráfico (más allá del raytracing), que definitivamente no cuenta con las bondades del motor que vimos el año pasado. De alguna forma, Infinity Ward ha logrado evolucionar a un ritmo distinto al de los otros estudios que trabajan en Activision, y en esta propuesta que desarrollaron Treyarch, High Moon, Raven Software y otros más chicos de Activision, parece que simplemente se limitaron a reciclar lo que venían usando años atrás. Por un lado, la campaña tiene sus momentos brillantes pero que no se alejan demasiado de lo que vimos en las primeras entregas de las Xbox One y Playstation 4, partiendo desde Ghosts. Los gráficos son detallados, hay un gran trabajo en el modelado de los niveles, pero todo termina viéndose simple, con un correcto sistema de iluminación y modelos de personajes que no destacan demasiado, más allá del uso de texturas de altísima resolución. Esta situación se agudiza más en el modo multijugador, que como lo anticipamos, los enemigos recuperaron la tradicional característica de hacer patinaje sobre hielo, aun cuando el terreno no se encuentra helado; y las ragdoll volvieron a fase Call of Duty 4 de 2007, en vez de incorporar los sistemas de simulación de las últimas entregas. Quizá esto sea lo más reprochable de Cold War, ya que a pesar de ser un Call of Duty correcto, no deslumbrarnos por su nivel técnico en pleno 2020 es de preocupar, volviendo una vez más a hacer referencia a la entrega del año pasado, que definitivamente se sentía como un importante paso hacia adelante. Lamentablemente, Call of Duty Black Ops Cold War nos obliga a ponerle el cartel de “olvidable” debido a su poca ambición y sus limitadas novedades. Para quienes esperamos la nueva entrega de la franquicia todos los años, esto deja un enorme vació, y peor aún, alimenta la falsa creencia de que los Call of Duty son todos iguales. Por el momento habrá que reinstalar Modern Warfare para seguir exprimiendo su excelente modo competitivo, y esperar a que el año que viene la franquicia vuelva a tomar impulso de vuelo. Este review fue realizado con una copia de prensa proporcionada por Activision/Nvidia. Call of Duty: Black Ops Cold War - ReviewCampaña70%Gameplay70%Gráficos80%Música y Sonidos80%Multiplayer70%Lo bueno:Algunos cambios de la campaña refrescan la fórmulaHay dos o tres momentos memorables en la acciónEl sistema de scorestreaks es entretenido y accesibleLo malo:No ofrece nada destacable en ninguna de sus modalidadesEl motor gráfico no está a la altura de la propuestaHereda algunos antiguos problemas y bugs2020-11-2470%Nota FinalPuntuación de los lectores: (7 Voto)54%Comparte esto:Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)Haz clic para compartir en X (Se abre en una ventana nueva)Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)Haz clic para compartir en Threads (Se abre en una ventana nueva)Haz clic para compartir en Telegram (Se abre en una ventana nueva)Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)Haz clic para compartir en Reddit (Se abre en una ventana nueva)Haz clic para compartir en Pocket (Se abre en una ventana nueva)Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva) Dejar una respuestaCancelar respuesta